El dengue : estamos a 30 grados y con la lluvia cerca

El virus del dengue es transmitido a través de la picadura del mosquito hembra de la especie Aedes Aegypti; insecto identificable por esas máculas blancas en el abdomen, tórax y patas. Vive en áreas oscuras de los hogares y no en los bosques o parques. Entre las 6am y 10am busca victimas para picar con el propósito de alimentarse. Un clima por debajo de los 14 grados centígrados no les favorece, por lo que el número de pacientes con dengue disminuye.

El virus del dengue infecta primero a las células inmunes que se encuentran en la piel, en especial a las células dendríticas. Esto activa el sistema inmunológico al alertar a los monocitos y a los macrófagos, glóbulos blancos que se encuentran en la sangre. El virus infecta a los monocitos y los macrófagos ―que normalmente ingieren y destruyen a los patógenos externos. Al ingresar a ellos, los utiliza para producir copias de sí mismo, que vuelven al torrente sanguíneo y poder continuar, así, el ciclo de infección. A medida que avanza la infección, se activan defensas adicionales y las células liberan citoquinas para que otras células inmunológicas identifiquen la presencia del virus: los linfocitos B producen anticuerpos que reconocen y neutralizan el virus en la sangre mientras que las células T matan a las células infectadas. En la mayoría de los casos, a los seis o siete días el sistema inmunológico elimina al virus del organismo y el paciente se recupera. Sin embargo, hay un período crítico de uno o dos días posteriores a cuando baja la fiebre en donde pueden aparecer complicaciones en el paciente. Aunque no es muy frecuente, los pacientes pueden evolucionar hacia un cuadro más severo. Estos casos están ligados a la exagerada respuesta inmunológica del organismo en la etapa febril. Una alta carga viral durante la etapa febril puede derivar en una respuesta inflamatoria descontrolada y provocar un daño a las paredes de los vasos sanguíneos. Esto se traduce en erupciones en la piel, hematomas y sangrados externos. Las plaquetas, células que se encuentran en la sangre, actúan para reparar los daños. El virus también actúa sobre el hígado y la médula ósea, lo que disminuye la generación de plaquetas. Frente a múltiples lesiones de los vasos sanguíneos, las plaquetas pueden verse excedidas y desgastarse, lo que ocasiona la salida de más fluidos hacia el espacio extravascular. Debido a la pérdida de fluidos y a la poca capacidad de las plaquetas para reparar los vasos, el corazón es incapaz de bombear suficiente sangre a los órganos del cuerpo. Esto se llama shock hipovolémico y por esta razón muchos órganos comienzan a fallar, lo que puede derivar en la muerte del paciente.

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