El ruido puede provocar estrés, desnutrición – ya que los animales huyen o pueden esconderse durante días –, desorientación o, en casos extremos, la muerte.
La contaminación acústica no solo afecta a la salud de las personas, sino que también afecta a la degradación ambiental. El transporte, la construcción, el tráfico aéreo o la industria son las principales fuentes de ruido ambiental que pasan casi desapercibidas pero cuyos efectos pueden provocar graves alteraciones en nuestros ecosistemas. Cualquier tipo de sonido superior a los 65 decibelios durante el día y 55 durante la noche se considera ruido. Además, diversos estudios apuntan que el ruido procedente de actividades vinculadas a la recreación y tiempo libre supera, en numerosas ocasiones, los 70 decibelios durante las 24 horas del día. Una de cada cinco personas está expuesta cada día a niveles de ruidos nocivos para la salud. En nuestro caso, esto lo podemos apreciar y sufrir en arterias complicadas de tránsito vehicular, donde el ruido exagerado de bocinas y motores de motocicletas y camiones afectan cada año a escolares, peatones y centros hospitalarios. Estos datos nos hacen plantearnos la importancia de limitar la exposición a este tipo de fuentes contaminantes para salvaguardad la salud de nuestra población y los ecosistemas que rodean a este municipio. La exposición prolongada al ruido puede afectar de distintas formas a la salud produciendo molestias, trastornos del suelo, efectos perjudiciales en los sistemas cardiovascular y metabólico.
Padecer problemas auditivos no es la única consecuencia que tiene la exposición prolongada al ruido. Otro de los efectos más comunes es un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria que puede derivar en problemas relacionado con el corazón, el sueño y el descanso. En definitiva, el ruido es una amenaza silenciosa a la que debemos hacer frente.
La contaminación acústica afecta a la biodiversidad hasta el punto de llegar a alterar el equilibrio de los ecosistemas silvestres. Los animales seleccionan sus hábitats teniendo en cuenta diversos factores, entre ellos, el ruido. Una especie que no tolere los ruidos difícilmente podrá adaptarse al resto de condiciones de un determinado hábitat.
¿Y esto que puede provocar? Principalmente, los efectos de la contaminación acústica afectan a las especies animales provocando que estas huyan de determinados entornos. Su desplazamiento puede alterar los ecosistemas de la región.
Lo que puede ocurrir es que la contaminación acústica afecta a aquellas especies depredadoras que acaben marchándose en busca de otro hábitat. Por tanto, sus presas pueden crecer fuera de control llegando a incluso a alterar la vegetación y flora de una determinada zona.
Estos efectos del ruido no solo afectan a los ecosistemas terrestres, las especies marinas que viven en mares y océanos también sufren sus efectos. Muchos estudios han demostrado que el ruido de los barcos y naves afecta, principalmente, a especies marinas como las orcas, ballenas y delfines. Estas especies animales depende de la emisión de ondas para poder reproducirse y encontrar alimento. Las altas frecuencias derivadas de las embarcaciones distorsionan la comunicación de estos animales llegando a provocar su desaparición contribuyendo así a su extinción.
En las ciudades también habitan algunos pájaros que necesitan de su canto para poder reproducirse para sobrevivir. Los altos niveles de ruido en estos núcleos urbanos ha producido diversas alteraciones como es el caso del petirrojo que, cada vez, es más frecuente escucharle cantar de noche por supervivencia.
La vida salvaje no es la única que sufre los efectos del ruido. La ganadería es otro de los sectores que se ve afectado por la exposición a altos niveles de ruido. El estrés que provoca este problema en el ganado repercute en la capacidad de producir leche y de huevos.
Y es que la concienciación ciudadana es el primer paso necesario para lograr vencer a este enemigo invisible. Por ello, cada 28 de abril, se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido.
Este día – fundado en 1996 -, tiene como objetivo alertar de que el ruido es un problema de salud pública. La conmemoración de este día pretende alzar la voz e incentivar a las instituciones públicas y privadas sobre los peligros que genera la exposición constante a este tipo de situaciones.
En nuestra región, los morteros que explotan en el cielo durante cualquier celebración, afectan a aves y otras especies en temporada de apareamiento. Además, son manipulados sin ningún control de profesionales. Muchas veces son menores de edad quienes colocan sus vidas en riesgo y la salud auditiva de niños y ancianos. Las posibilidades de una tragedia son altas.